martes, 1 de julio de 2008

Cuento del cansancio

Mis párpados se cierran como si fueran dos colosales puertas de acero mientras que unos personajes invisibles pugnan porque los ojos no se cierren. Uno de ellos le ha gritado al otro: ya no puedo más.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Nuestro propio mundo lleno de personajes fuera de nuestra comprensión, nuestros ojos cansados a ciertas horas en contra de nuestro deseo de mantenerlos abiertos.
saludos.
Carolina.

Principeeto dijo...

Hola Carolina.

Hace días que no pasaba por el blog. He estado trabajando en una farmacia. Lo más llamativo de una farmacia quizá sea el hecho de que se respira todo el tiempo los aromas químicos de los remedios. No se si alguien pueda curarse de todas las enfermedades de esa manera, a mi me termino por doler la cabeza. Este día es el último día de trabajo.

Alba Cecilia Curia dijo...

Que gran placer poder cerrar los ojos cuando el cansancio nos domina.

Karol_a dijo...

Pues a mi me gustan las farmacias, tienen un olor cercano, a veces de pueblo, se conoce a mucha gente, hay que mirar el lado positivo de todo no principe?, pero dudo que la farmacia tenga remedios para ciertas enfermedades, como la tuya no? El escépticismo, y otras muchas que tampoco, como el desamor, el Insomnio

la decepción, la desilusión, la intolerancia, el abuso, etc etc, porque sino la lista sería muy larga, pero aún así me gustan las farmacias... Un saludo.

Principeeto dijo...

Bueno pero el desamor si tiene cura. Basta con meter el corazón en un galón de whisky.

La hija, sin lugar a dudas.