jueves, 26 de abril de 2007
viernes, 20 de abril de 2007
tic tac
Ahora empieza el día a desplomarse cuando el reloj hace tic tac y giras la cabeza para descubrir que no hay nadie en ninguna parte. Solo una triste litografía de toulusse-lautrec que te mira depresivamente. Sus oleo-ojos, sus colores-ojos, sus etcétera-ojos avalanzándose. Y de nuevo el giro ridículo de la cabeza, el giro infantil y desubicado buscando algo en el cuarto. Una sombra, algo, cualquier cosa.
miércoles, 18 de abril de 2007
Y los cuervos vuelan sobre nosotros
Ya no quiero vivir dice
la vida es una autopista demasiado larga
¿dormiremos en las aceras?
¿o debajo de una tienda?
¿alguien trae un parasol?
El desierto es tan amarillo
tan amarillo y tan brillante
Oh diablos, tan seco
y los cuervos vuelan sobre nosotros
la vida es una autopista demasiado larga
¿dormiremos en las aceras?
¿o debajo de una tienda?
¿alguien trae un parasol?
El desierto es tan amarillo
tan amarillo y tan brillante
Oh diablos, tan seco
y los cuervos vuelan sobre nosotros
lunes, 16 de abril de 2007
El ejercicio de la muerte
Unas figuras cafés aparecen por detrás del librero. Por unos instantes me miran, luego empiezan a agarrar mis cosas guardándolas en unas cajas también cafés. Me quedo sorprendido por lo que sucede y uno de los personajes me empuja diciéndome que no estorbe. Se llevan pinturas, libros y todos las cosas que tengo dejando el lugar vacío. Antes de irse me preguntan si soy yo el verdadero dueño de todo esto y si ésta es mi habitación. Les dijo que si, que por supuesto. Muy bien, me dicen, usted también vendrá. Me quedo estupefacto mientras miro como sacan una caja mas grande que las demás y la abren. Por favor entre de una vez, pronuncian enfáticamente. Por unos segundos vacilo pero me doy cuenta de que no hay ninguna razón valedera para no entrar.
domingo, 15 de abril de 2007
Cuando el sol se acaba
Oh cielos, esta noche helada
con sus calles moribundas
las puertas de las casas cerradas
las tiendas semiabiertas
con su dependiente gorda
malencarada
vendiendo chicles
Los autos averiados
en las esquinas
puros accidentes en la vía
Las personas quebradas
algunos ya no tienen pelo
otros sin pantalones
algunas chicas con el pintalabios mal puesto
Cielos, me quiero ir de aquí
echarme a correr como un conejo
el cuerpo me duele
Ojalá abran el bar de la esquina
y echarme una cerveza
para desvanecerme un rato
con sus calles moribundas
las puertas de las casas cerradas
las tiendas semiabiertas
con su dependiente gorda
malencarada
vendiendo chicles
Los autos averiados
en las esquinas
puros accidentes en la vía
Las personas quebradas
algunos ya no tienen pelo
otros sin pantalones
algunas chicas con el pintalabios mal puesto
Cielos, me quiero ir de aquí
echarme a correr como un conejo
el cuerpo me duele
Ojalá abran el bar de la esquina
y echarme una cerveza
para desvanecerme un rato
sábado, 14 de abril de 2007
Caja musical
La calle esta vacía, ni siquiera el vuelo de alguna polilla rompe la quietud, todo es silencio y soledad. Pero de pronto del filo del techo cae una gota que se estrella sobre el piso y retumba como un cataclismo. De pronto una bacteria muere asesinada por la gota y de pronto alguien abre una ventana y suelta un grito descomunal. Entonces la calle vacía se convierte en una caja musical en donde yo también actúo al atravezarla.
El hombre mono que abrió la ventana esta mirando el cielo, esta borracho y su sonrisa se convierte en una mueca indescifrable. Detrás de el se escucha una voz majadera que no alcanzo a entender. Por unos instantes pienso que no debería estar aquí, pero meto mis manos en los bolsillos, alzo los hombros y camino hacia el final de la calle que me espera desde hace mucho.
El hombre mono que abrió la ventana esta mirando el cielo, esta borracho y su sonrisa se convierte en una mueca indescifrable. Detrás de el se escucha una voz majadera que no alcanzo a entender. Por unos instantes pienso que no debería estar aquí, pero meto mis manos en los bolsillos, alzo los hombros y camino hacia el final de la calle que me espera desde hace mucho.
miércoles, 11 de abril de 2007
El tabaco y las palabras
La flama del encendedor enciende mi tabaco. Fumo una vez, dos veces, tres veces. Luego el silencio de siempre, el silencio de la noche cuando se acaba algo de Wagner y empieza algo de Beethoven. Me quito los zapatos ajustados y cafés. De nuevo el silencio, la detención brusca del universo, voltea a ver y luego da un paso, varios pasos tímidos como un cangrejo viejo.
En instantes va a salir el sol, el sol de siempre. Dará un paseo mientras la humanidad compra periódicos y panes redondos.
En instantes va a salir el sol, el sol de siempre. Dará un paseo mientras la humanidad compra periódicos y panes redondos.
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